SACRAMENTOS DE INICIACIÓN
El Bautismo
El Bautismo constituye el nacimiento a la vida nueva en Cristo. Según la voluntad del Señor, es necesario para la salvación, como lo es la Iglesia misma, a la que introduce el Bautismo.
En nuestra Parroquia Nuestra Señora del Pino, los bautismos se celebran los últimos sábados del mes precedidos de 3 encuentros de catequesis para preparar el Sacramento. Para mayor información, ven al Despacho Parroquial al menos un mes antes de la fecha.
La Eucaristía
Los cristianos celebramos la Eucaristía desde los orígenes, y con una forma tal que, en su substancia, no ha cambiado a través de la gran diversidad de épocas y de liturgias. Nos sabemos sujetos al mandato del Señor, dado la víspera de su Pasión: «Haced esto en memoria mía» (1 Co 11,24-25).
En nuestra Archidiócesis de Madrid, la catequesis para acceder a este sacramento tiene una duración de tres cursos escolares, a partir de 2º de Primaria. Cada curso de catequesis se imparte un día a la semana y se invita a participar en la Eucaristía dominical.
La Confirmación
La Confirmación perfecciona la gracia bautismal; es el sacramento que da el Espíritu Santo para enraizarnos más profundamente en la filiación divina, incorporarnos más firmemente a Cristo, hacer más sólido nuestro vínculo con la Iglesia, asociarnos todavía más a su misión y ayudarnos a dar testimonio de la fe cristiana por la palabra acompañada de las obras.
Puede recibir la Confirmación cualquier adulto bautizado que quiera profundizar en su fe. Si quieres recibir la Confirmación, ponte en contacto con nosotros.
SACRAMENTOS DE SANACIÓN
La Confesión
Cualquier momento es bueno para acercarte a la confesión: durante las Eucaristías, o solicitándolo en el Despacho Parroquial
Quien peca lesiona el honor de Dios y su amor, su propia dignidad de hombre llamado a ser hijo de Dios y el bien espiritual de la Iglesia, de la que cada cristiano debe ser una piedra viva.
A los ojos de la fe, ningún mal es más grave que el pecado y nada tiene peores consecuencias para los pecadores mismos, para la Iglesia y para el mundo entero.
Volver a la comunión con Dios, después de haberla perdido por el pecado, es un movimiento que nace de la gracia de Dios, rico en misericordia y deseoso de la salvación de los hombres. Es preciso pedir este don precioso para sí mismo y para los demás.
La Unción de enfermos
Para solicitar la administración de este sacramento, rogamos comuniquéis con el Despacho Parroquial.
La gracia especial del sacramento de la Unción de los enfermos tiene como efectos:
- La unión del enfermo a la Pasión de Cristo, para su bien y el de toda la Iglesia.
- El consuelo, la paz y el ánimo para soportar cristianamente los sufrimientos de la enfermedad o de la vejez.
- El perdón de los pecados si el enfermo no ha podido obtenerlo por el sacramento de la penitencia.
- El restablecimiento de la salud corporal, si conviene a la salud espiritual.
- la preparación para el paso a la vida eterna.
SACRAMENTOS DE SERVICIO
El Matrimonio
Para más información sobre este Sacramento, preguntad en el despacho parroquial.
El sacramento del Matrimonio significa la unión de Cristo con la Iglesia. Da a los esposos la gracia de amarse con el amor con que Cristo amó a su Iglesia; la gracia del sacramento perfecciona así el amor humano de los esposos, reafirma su unidad indisoluble y los santifica en el camino de la vida eterna.
La alianza matrimonial, por la que un hombre y una mujer constituyen una íntima comunidad de vida y de amor, fue fundada y dotada de sus leyes propias por el Creador. Por su naturaleza está ordenada al bien de los cónyuges así como a la generación y educación de los hijos. Entre bautizados, el matrimonio ha sido elevado por Cristo Señor a la dignidad de sacramento.
El Sacerdocio
El sacerdocio ministerial difiere esencialmente del sacerdocio común de los fieles porque confiere un poder sagrado para el servicio de los fieles.
Los ministros ordenados ejercen su servicio en el pueblo de Dios mediante la enseñanza (munus docendi), el culto divino (munus liturgicum) y por el gobierno pastoral (munus regendi).
Los presbíteros reciben del obispo el cuidado de una comunidad parroquial o de una función eclesial determinada.