«El peregrinar forma parte de nuestra vida espiritual, ya que desde nuestro nacimiento hasta nuestra muerte, estamos “peregrinando”, en la búsqueda constante de Dios. El hombre suele buscar a Dios en aquellos lugares donde se ha manifestado, de forma particular.

Un peregrino busca lo sobrenatural en un lugar preciso diferente al de su realidad cotidiana, ya que deja sus afectos, su trabajo, su casa, sus amigos para ir al encuentro con un Dios Vivo.

Este viaje, no es solo interior sino que implica también el trasladarnos físicamente. El desplazamiento, a veces caminando de los hombres y mujeres hacia los lugares en los que entran en contacto con lo sagrado es una práctica común de todas las religiones y culturas. Comenzar a peregrinar es ponerse en camino para luego detenernos en “el encuentro con Cristo.”

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