Lectio divina de inicio de curso

Danos un corazón, grande para amar
Danos un corazón, fuerte para luchar
Hombres nuevos, creadores de la historia
Constructores de nueva humanidad

Hombres nuevos, que viven la existencia
Como riesgo de un largo caminar
Hombres nuevos, luchando en esperanza
Caminantes, sedientos de verdad

Hombres nuevos, sin frenos ni cadenas
Hombres libres que exigen libertad
Hombres nuevos, amando sin fronteras
Por encima de razas y lugar

Hombres nuevos, al lado de los pobres
Compartiendo con ellos techo y pan


¡Oh Verbo! ¡Oh Cristo!
¡Qué bello y qué grande eres!
¡Quién acertara a conocerte!
¡Quién pudiera comprenderte!
Haz, oh Cristo, que yo te conozca y te ame.
Tú, que eres la luz,
manda un rayo de esa divina luz sobre mi pobre alma,
para que yo pueda verte y comprenderte.
Dame una fe en Ti tan grande,
que todas tus palabras sean luces que me iluminen,
me atraigan hacia ti y me hagan seguirte
en todos los caminos de la justicia y de la verdad.
¡Oh Cristo! ¡Oh Verbo!
¡Mi Señor y mi único Maestro!
Habla, que quiero escucharte y poner en práctica tu palabra.
Quiero escuchar tu divina palabra, que sé que viene del cielo.
Quiero escucharla, meditarla, practicarla,
porque en tu palabra está la vida, la alegría, la paz y la felicidad.
Habla, Señor. Tú eres mi Señor y mi Maestro.
Quiero escucharte sólo a Ti.

Beato Antonio Chevrier
(Lyon 1826 – 1879)


Lectura del santo evangelio según san Marcos 9, 30-37

El Hijo del hombre va a ser entregado.
Quien quiera ser el primero, que sea el servidor de todos
En aquel tiempo, Jesús y sus discípulos atravesaron Galilea;
no quería que nadie se enterase, porque iba instruyendo a sus discípulos.
Les decía:
«El Hijo del hombre va a ser entregado en manos de los hombres y lo matarán;
y después de muerto, a los tres días resucitará».
Pero no entendían lo que decía, y les daba miedo preguntarle.
Llegaron a Cafarnaúm, y una vez en casa, les preguntó:
«¿De qué discutíais por el camino?».
Ellos callaban, pues por el camino habían discutido quién era el más
importante.
Jesús se sentó, llamó a los Doce y les dijo:
«Quien quiera ser el primero, que sea el último de todos y el servidor de todos».
Y tomando un niño, lo puso en medio de ellos, lo abrazó y les dijo:
«El que acoge a un niño como este en mi nombre, me acoge a mí;
y el que me acoge a mí, no me acoge a mí, sino al que me ha enviado».


  1. Lectio: ¿Qué dice el Evangelio?

    Nos fijamos, por ejemplo, en el interés de Jesús por formar a sus discípulos: el
    tiempo que emplea, la paciencia. Escuchamos el anuncio que Jesús hace de lo
    que le va a suceder en Jerusalén; y nos fijamos en su confianza en Dios a pesar
    de todo.
    Nos detenemos en la conversación que los discípulos tienen en el camino antes
    de llegar a la casa y nos preguntamos: ¿Quién es para ellos el más importante?
    ¿Quién es, en cambio, el más importante para Jesús?
    Puesto que parece que los discípulos no acaban de entender lo que les dice,
    Jesús toma a un niño, lo pone en medio del grupo y lo abraza. ¿Por qué Jesús
    hizo ese gesto tan singular y tan entrañable?
    Este pasaje del evangelio de San Marcos, ¿me recuerda algún otro pasaje de los
    evangelios?
    ¿Cuál es la Buena Noticia que nos da Jesús en este pasaje del evangelio?

  2. Meditatio: ¿Qué me dice el Evangelio?

    La Buena Noticia de Jesús que hemos recibido a través del texto evangélico, se nos
    convierte en una luz que va iluminando toda nuestra vida. Nos hace reconocer en
    hechos o situaciones que vivimos (o viven personas que tratamos) la presencia
    salvadora de Dios que nos llama. Es verdad: Dios nos habla no sólo a través de las
    palabras leídas, sino también a través de los hechos de la vida en los que se cumplen
    las palabras. Por ejemplo, un reflejo de la paciencia de Jesús podemos verlo en la
    paciencia de educadores y catequistas que conocemos; o la grandeza de quien se hace
    servidor de los más débiles en el trabajo de tantos voluntarios.
    En este inicio de curso, y una vez escuchado el pasaje evangélico que se ha
    proclamado, por un lado, nos preguntamos: ¿Qué luz nos da para la vida de la
    comunidad y de nuestro grupo? Y, por otro, pedimos la gracia de configurarnos más y
    más con la entrega de Jesús. Pedimos, asimismo, el don de la humildad y el verdadero
    espíritu de servicio, y el poder ser realmente como ese niño al que abrazó Jesús.

  3. Oratio: Nuestra respuesta a la Palabra

    Hemos conocido un poco más a Jesús, hemos contemplado y admirado en este rato
    sus actitudes como maestro paciente, como maestro sincero que enseña la verdad,
    aunque no sea aceptada. Hemos visto que vivir como discípulos suyos es posible y lo
    deseamos sinceramente. Hemos recordado a personas que realmente encuentran su
    alegría sirviendo y haciéndose últimos.
    Es el momento de, en silencio, agradecer a Dios todo el bien recibido; de pedir perdón,
    si hemos constatado faltas de entrega, de humildad y de servicio; y de pedir las gracias
    necesarias para encarnar este pasaje en nuestra vida personal y en la comunitaria

  4. Contemplatio:

    Algunas pistas que puedan ayudar:
    Contemplamos con nuevos ojos el regalo del nuevo curso que está a punto de
    comenzar.

    Lo contemplamos con la mirada de Jesús que atravesaba Galilea sabiendo
    que iba a ser
    entregado. Y nosotros tratamos de mirar así las cruces y las dificultades que
    presentimos en
    nuestro camino.

    Lo contemplamos con la mirada del Siervo, que está dispuesto a dar la vida
    por todos. Y
    nosotros tratamos de mirar a nuestros hermanos como aquellos a quienes
    queremos servir
    y entregar nuestra vida.

    Lo contemplamos con la mirada de Jesús cuando acogió a aquel niño y lo
    abrazó. Y nosotros
    tratamos de sentirnos acogidos así por el Señor y confiando en que, con su
    gracia, podremos
    acogernos igualmente los unos a los otros.

Letanías para alcanzar humildad de Merry del Val:

─ Jesús manso y humilde de Corazón, Óyeme
─ Del deseo de ser lisonjeado, Líbrame
─ Del deseo de ser alabado, Líbrame
─ Del deseo de ser honrado, Líbrame
─ Del deseo de ser aplaudido, Líbrame
─ Del deseo de ser preferido a otros, Líbrame
─ Del deseo de ser consultado, Líbrame
─ Del deseo de ser aceptado, Líbrame
─ Del temor de ser humillado, Líbrame
─ Del temor de ser despreciado, Líbrame
─ Del temor de ser reprendido, Líbrame
─ Del temor de ser calumniado, Líbrame
─ Del temor de ser olvidado, Líbrame
─ Del temor de ser puesto en ridículo, Líbrame
─ Del temor de ser injuriado, Líbrame
─ Del temor de ser juzgado con malicia, Líbrame
─ Que otros sean más estimados que yo, Jesús, dame la gracia de desearlo
─ Que otros crezcan en la opinión del mundo y yo me eclipse, Jesús, dame
la gracia de desearlo

─ Que otros sean alabados y de mí no se haga caso, Jesús, dame la gracia
de desearlo

─ Que otros sean empleados en cargos y a mí se me juzgue inútil, Jesús,
dame la gracia de desearlo
─ Que otros sean preferidos a mí en todo, Jesús, dame la gracia de
desearlo

─ Que los demás sean más santos que yo con tal que yo sea todo lo santo
que pueda, Jesús, dame la gracia de desearlo